Los artistas Zulinka y Miguel, integrantes del dúo musical Los Hijos de Rubby Pérez, debutarán oficialmente como agrupación en territorio venezolano. Este estreno se enmarca dentro del evento musical “Gran Merengazo”, el cual servirá como homenaje al fallecido merenguero dominicano Rubby Pérez, padre de Zulinka y figura emblemática del género tropical.
Zulinka, hija del icónico cantante, y su esposo Miguel, ambos músicos, lideran el proyecto que lleva por nombre Los Hijos de Rubby Pérez. Compartirán escenario con reconocidas figuras del merengue como Sergio Vargas, Fernando Villalona, Miriam Cruz, Bonnie Cepeda, Elia Herrera, José Esteban y el anfitrión del espectáculo, el cantante venezolano Omar Enrique.
El tributo musical tendrá dos presentaciones en Venezuela: la primera será el viernes 13 de junio en el Hotel Hesperia de Valencia y la segunda el sábado 14 de junio en el emblemático Poliedro de Caracas. Ambos conciertos forman parte de una gira que busca mantener viva la obra y memoria de Rubby Pérez.
El evento representa un hito emocional y artístico para los hijos del legendario merenguero. Según explicó Zulinka, la intención es cumplir el deseo de su padre: celebrar su vida con alegría, merengue y rodeado de amigos. Más allá del espectáculo, se trata de un acto simbólico para transformar la pérdida en un acto de gratitud y continuidad musical.
A través de su puesta en escena, Zulinka y Miguel buscan conectar con el público desde lo emocional y lo artístico. Su objetivo es mantener viva la esencia de Rubby Pérez a través de interpretaciones cargadas de sentimiento, reafirmando así el compromiso de prolongar su legado musical.
La pareja destaca que cada canción será interpretada como una forma de mantener presente el espíritu y la influencia del artista, más allá de su ausencia física.
Con este debut, Los Hijos de Rubby Pérez consolidan su presencia en la escena musical latinoamericana, apostando por una propuesta que combina respeto por la tradición con una nueva energía interpretativa. El “Gran Merengazo” se proyecta como una celebración del merengue y una declaración de amor filial expresada en notas, ritmo y memoria.
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