Samir Barbour Kury y su historia

hace 5 horas

Samir Barbour Kury y su historia

Tenía todo, lo perdió todo y lo recuperó multiplicado. La historia del doctor Samir Barbour Kury no es solo una de éxito profesional, sino una de resistencia emocional, visión a largo plazo y una disciplina férrea que lo llevó a convertirse en el odontólogo más influyente del país.

Con voz serena y pasos firmes, Samir recibe a la cámara en su imponente clínica en el centro de la capital. “Esto empezó en un cuartico, en el 2000.

Al lado de un centro médico. Yo mismo atendía, cobraba, hacía todo”, recuerda mientras abre las puertas de su consultorio actual: un edificio de diseño exclusivo, tecnología de punta y una inversión estimada en más de 3.5 millones de dólares, contando terreno, estructura, equipamiento y decoración.

En un país donde muchas veces se subestima el valor de la salud bucal, Samir decidió elevar la odontología estética a estándares de lujo.

“El paciente merece lo mejor, no solo en técnica, también en experiencia. Y eso es lo que construimos aquí”, dice, señalando los sillones inteligentes, los quirófanos con armonización facial, y los laboratorios donde se elaboran las carillas que hoy exhiben más de 20 figuras públicas.

Entre sus pacientes han pasado desde exponentes urbanos como Bulín 47Toxic Crow, hasta políticos, peloteros y presentadores.

“Pero más allá del nombre, yo atiendo personas. Y trato a cada quien con respeto y excelencia, sin importar quién sea.” Esa es su filosofía.

Lo que pocos saben es que Samir Barbour Kury vivió una caída abrupta. Su padre, considerado uno de los mejores otorrinolaringólogos del país, falleció cuando él aún era joven.

“Nos quedamos en el aire. Mi mamá vendió propiedades para que siguiéramos estudiando, pero cayó en manos de una financiera que se robó todo. De estar arriba, pasamos a vivir de comida en cantina”, revela con la mirada fija.

Esa experiencia lo marcó. No solo aprendió a luchar, sino también a nunca confiar su dinero a cualquiera. Hoy, invierte en propiedades estratégicas en Punta Cana, Samaná y Las Terrenas, y rechaza lujos efímeros: “Vendí un Audi R8 porque perdí más de 80 mil dólares. También un yate. Celebré cuando lo compré… y más aún cuando lo vendí.”

Su hogar, un apartamento de 540 metros cuadrados, es un reflejo de ese equilibrio entre buen gusto, orden y funcionalidad. Cada habitación —son siete en total— tiene baño privado, vista panorámica y un toque personal.

“Yo crecí con valores. Por eso no le regalo todo a mis hijas. Les doy base, pero tienen que luchar. Mi hija mayor quería vehículo del año. Le dije: cómpratelo tú. Yo te di uno 2016, y con eso vas a la universidad.”

En la entrevista, Barbour Kury habla sin filtros. De familia, de valores, de dinero. “Hay que respetar los cuartos. El que no lo invierte, se le van. Y hay que invertir en lo que se queda: varilla, bloque, cemento.”

En su bar, solo hay bebidas finas, todas obsequios de pacientes agradecidos. Y aunque reconoce que podría vivir de lujos, prefiere tranquilidad: “Yo soy más de estar con mi familia, en la terraza o en la playa. Esa es mi verdadera riqueza.”

Desde hoy, miles de jóvenes dominicanos tienen en el doctor Samir Barbour Kury no solo a un modelo de éxito profesional, sino un ejemplo de cómo se puede resurgir del fondo con trabajo, foco y propósito. Porque como él mismo dice: “No soy millonario de redes. Lo mío se construyó con 25 años de lucha real, sonrisa por sonrisa.”

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