Washington, EE.UU. — La capacidad de destruir lo que parecía impenetrable acaba de reescribirse. La bomba antibúnker GBU-57/B Massive Ordnance Penetrator (MOP), el arma más poderosa del arsenal convencional de Estados Unidos, fue utilizada en un operativo de precisión que impactó directamente sobre las centrales nucleares de Fordow, Natanz e Isfahan, en el corazón del programa atómico iraní.
Este despliegue bélico, confirmado públicamente por el expresidente Donald Trump, representó una muestra clara de lo que Washington considera una “respuesta proporcional” ante la creciente amenaza de proliferación nuclear en Medio Oriente. “Se lanzó una carga completa sobre Fordow. Todo ha sido destruido”, afirmó el exmandatario en un comunicado emitido por sus canales oficiales.
La GBU-57/B, desarrollada por la Fuerza Aérea estadounidense, tiene un peso superior a 13.600 kilogramos (30.000 libras) y es capaz de penetrar hasta 60 metros de concreto reforzado o capas de roca. Su uso se reserva exclusivamente a objetivos estratégicos subterráneos de alta seguridad, como los que Irán había construido en Fordow, una planta secreta excavada bajo una montaña al sur de Qom.
El impacto de esta bomba va más allá de lo físico: redefine los límites de la disuasión militar. Hasta ahora, ningún otro país posee una tecnología capaz de igualar la combinación de precisión, penetración y potencia destructiva de esta arma. Solo el bombardero B-2 Spirit, la joya de la flota aérea furtiva de EE.UU., puede cargarla y lanzarla con éxito.
Según informes del OIEA, el ataque dejó “daños considerables” en las instalaciones de Natanz e Isfahan, mientras que Fordow sufrió impactos que alcanzaron zonas críticas para el enriquecimiento de uranio. La planta, que opera bajo protección geológica, había sido considerada casi invulnerable por analistas internacionales.
El contexto en que se produjo este bombardeo fue marcado por una creciente preocupación en Washington y Tel Aviv, ante indicios de que Irán estaba a semanas de alcanzar capacidad atómica operativa. La confirmación de uranio enriquecido por encima del 80% en Fordow y las advertencias de inteligencia aceleraron el uso de un recurso militar reservado solo para circunstancias excepcionales.
La GBU-57/B no utiliza explosivos nucleares. Su impacto devastador se basa en una combinación de masa cinética, penetración profunda y un sistema de guiado de precisión. Su diseño largo y estrecho permite atravesar capas de blindaje, alcanzar núcleos estructurales y demolerlos desde el interior.
Esto representa un punto de inflexión respecto a otras bombas antibúnker como la GBU-28 o la BLU-109, que mostraron eficacia limitada contra estructuras endurecidas. En este sentido, la MOP marca un salto cualitativo, convirtiéndose en el arma predilecta para destruir búnkeres de tercera generación.
El gobierno iraní reaccionó con indignación. Altos funcionarios calificaron la operación como “una agresión que desatará un infierno regional”. Voceros del Ministerio de Exteriores y el cuerpo de Guardianes de la Revolución anticiparon “respuestas equivalentes en tiempo y forma”, elevando el tono de las amenazas mutuas.
La operación estadounidense se realizó bajo extremo sigilo. Aunque no se confirmó oficialmente el origen de los bombarderos, reportes apuntan a unidades del B-2 Spirit desplegadas recientemente en bases aliadas del Pacífico. Trump afirmó que “todos los aviones regresaron sanos y salvos a casa”, destacando la eficacia del operativo y la nula exposición de sus tropas.
Expertos militares aseguran que este ataque no solo retrasará el programa nuclear iraní por años, sino que envía un mensaje claro a otros regímenes que intenten refugiar proyectos atómicos bajo tierra. “La MOP rompe con la ilusión de invulnerabilidad que protegía estas instalaciones”, aseguró un exanalista del Pentágono citado por medios estadounidenses.
Sin embargo, la acción plantea nuevas interrogantes: ¿cómo responderá Irán? ¿qué rol jugarán actores como China o Rusia? ¿iniciará una nueva carrera por blindar aún más los arsenales nucleares subterráneos? La historia ha demostrado que cada salto tecnológico genera una respuesta proporcional en defensa. El uso de la MOP podría detonar una ola de innovación armamentista subterránea y escalar la tensión en la región.*
Con esta acción, Estados Unidos reafirma su dominio en el campo de la guerra de penetración profunda, marcando un precedente que redefine el equilibrio estratégico global. Desde hoy, las naciones que confíen en búnkeres para proteger sus activos nucleares sabrán que ya no hay profundidad suficiente para esconderse.
La GBU-57/B MOP, exclusiva del arsenal estadounidense, no solo demostró ser funcional: demostró ser definitiva. Y en un mundo donde los conflictos se ocultan bajo tierra, esta bomba volvió a poner el poder en el cielo.




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