Raúl de Molina de El Gordo y la Flaca

hace 2 meses

Raúl de Molina de El Gordo y la Flaca

Miami, Estados Unidos.- “No lo quise decir, pero finalmente me quité la barriga”, confesó con voz entrecortada Raúl de Molina, al revelar el drama de salud que vivió tras someterse a una cirugía estética que estuvo a punto de costarle la vida.

Lo que comenzó como una etapa de renovación física, terminó con una emergencia médica que lo dejó tres días hospitalizado, una transfusión de sangre y una recuperación dolorosa que lo mantuvo alejado de su programa por más de veinte días.

El popular presentador de El Gordo y la Flaca explicó que todo comenzó a finales de mayo, cuando decidió someterse a una panniculectomía, un procedimiento para remover más de 15 libras de piel y grasa acumuladas en su abdomen tras perder más de 110 libras en los últimos años.

“Me molestaba mucho, no podía nadar ni hacer ejercicio”, contó De Molina, convencido de que la operación representaba el cierre de un ciclo de transformación que había iniciado hace más de dos décadas.

Pero apenas diez días después del procedimiento, y tras haber reanudado su rutina de caminatas —suma de 2.1 millas diarias dentro de su edificio, comenzó a sentirse mal.

El dolor en su pie izquierdo lo llevó a consultar a un médico, quien le recetó unas pastillas antiinflamatorias que terminaron siendo contraproducentes.

Quizá no me debía de haber hecho la cirugía, pero era necesario”, dijo con evidente pesar, al reconocer que no consultó previamente a su cirujano plástico sobre la medicación.

La situación se tornó crítica cuando, una mañana, perdió el conocimiento en su hogar. “Lo último que recuerdo es ver a mi hija Mía llamando al 911”, relató.

Había comenzado a sangrar por las heridas de los drenajes quirúrgicos, lo que obligó a los médicos a realizarle una transfusión de sangre y someterlo a una nueva cirugía de emergencia para prevenir una infección grave en el torrente sanguíneo.

Durante tres días permaneció hospitalizado. Ya de vuelta en casa, el proceso de sanación no fue fácil: la herida se volvió a abrir, y desde entonces ha requerido atención médica constante, además de la ayuda de una cápsula hiperbárica para acelerar la curación.

A pesar de todo, De Molina asegura estar estable. “Estoy en mi casa con mi esposa y mi hija. La presión está bien, pero la herida aún requiere cuidados”, afirmó.

Mía, su hija, vivió de cerca el momento más tenso. “Quedó un poco traumatizada, fue quien llamó al 911”, compartió el conductor, quien no dejó de reconocer la entrega total de su esposa Millie. “Con todo lo que la molesto en televisión, se ha portado de maravilla. Es la mejor enfermera que hay”, agregó emocionado.

Raúl se enfrenta a una recuperación más consciente. “Lo que le digo a la gente es que no hagan como yo. Hay que hablar con todos los médicos, especialmente con el cirujano plástico.

No se trata de lucir bien, sino de estar bien”. Aunque espera volver al set el próximo lunes, su prioridad es lograr una sanación completa y retomar su rutina con cautela.

El querido presentador aún recibe tratamiento diario, con el respaldo de su equipo médico y el acompañamiento cercano de su familia.

La cadena Univision ya ha sido notificada de su evolución, y todo dependerá del visto bueno de sus doctores y del papeleo administrativo correspondiente para su retorno al programa. “Una vez que esté sano, volveré a hacer mi rutina, ejercicio, etc.”, finalizó con optimismo.

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