Rhoyer Hernández, recordado por su profesionalismo y calidez en el trato con los clientes, trabajó durante ocho años como camarero en el restaurante Jalao y en el centro de entretenimiento Jet Set. Su compromiso y esfuerzo le valieron el reconocimiento de quienes lo frecuentaban, quienes lo llamaban “el camarero de las buenas atenciones”.
Jennifer Montero, su pareja durante nueve años, lo describió como alguien muy dedicado a su trabajo y al mismo tiempo un padre atento para su hijo de siete años, Diego Nicolás. “Era muy trabajador, muy entregado y muy serio con el tema del trabajo”, expresó. A pesar de la exigente jornada que cumplía, Hernández siempre procuraba compartir tiempo con su familia, realizando ajustes en su horario cuando era posible.
Con 33 años de edad, Rhoyer era considerado un hombre de familia. Entre sus planes a futuro estaba la idea de iniciar un negocio familiar junto a su pareja, lo que les permitiría tener un horario más flexible y así estar más presentes en la crianza de su hijo.
El fin de semana previo al suceso que marcaría su historia, la pareja compartió una escapada al campo para celebrar el cumpleaños de Jennifer. Según relató: “El viernes anterior a ese día era mi cumpleaños y la única cosa que yo le decía era que yo quiero que tú estés presente. Así que él con tiempo pidió sábado y domingo y nos fuimos al campo. Tuvimos ese fin de semana y fue todo muy perfecto, muy feliz. Él no quería venir a la capital”. Ese sería su último momento juntos.
El lunes siguiente retomaron sus rutinas laborales. Fue la última vez que se vieron. Jennifer relató que la madrugada del martes, a la 1:30, fue informada de que la estructura del Jet Set había colapsado. Desde ese momento se dirigió al lugar, donde vivió momentos de profunda incertidumbre. “Yo estuve todo ese momento allá, yo no me moví ni un segundo. Fueron las horas más largas de mi vida. Fue muy desesperante. No saber nada. No te decían nada. Uno no sabía qué estaba pasando ahí adentro”, contó.
Las autoridades confirmaron su pérdida el miércoles, noticia que causó un profundo vacío entre familiares, amistades y compañeros de trabajo. Para Jennifer y su hijo ha sido un proceso complejo, lleno de cambios significativos. “Todavía yo no estoy asimilando, tengo que hacer las cosas sola, porque él estaba muy presente y el niño también ha tenido que aprender a vivir sin su papá”, lamentó.
A casi dos meses de lo ocurrido, Jennifer señaló que aún le cuesta hablar del tema, aunque considera importante mantener presente lo sucedido, por el impacto que ha dejado y porque no debería ser olvidado rápidamente.




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