Abinader había sido el padrino de la reciente boda

hace 5 meses

Abinader había sido el padrino de la reciente boda

Santo Domingo, República Dominicana – “Yo fui el padrino de la boda de Guaro”, confesór, con la voz quebrada y el rostro visiblemente afectado, al compartir uno de los pasajes más personales y desgarradores de su vida pública.

El mandatario dominicano reveló que no solo vivió la tragedia del Jet Set como jefe de Estado, sino también como un amigo herido, como un hombre que perdió entre 11 y 12 personas cercanas en apenas segundos.

La madrugada del martes 8 de abril, a las 12:44, el techo de la discoteca Jet Set colapsó de forma inesperada, arrastrando con él a más de dos centenares de vidas, incluyendo la de Eduardo Guarionex Estrella Cruz, hijo del ministro de Obras Públicas, y su esposa Alexandra Grullón Segura, hija del banquero Alejandro Grullón y de la filántropa Melba Segura viuda Grullón.

Ambos recién casados, con menos de un año de matrimonio, se convirtieron en símbolo de una tragedia que estremeció a todo el país.

Eran parte de una élite joven, educada y comprometida con el desarrollo del país. Ella, gerente de proyectos en Qik Banco Digital Dominicano; él, viceministro del Ministerio de la Vivienda y Edificaciones, con una prometedora carrera pública y una fecha de cumpleaños próxima: el 21 de abril cumpliría 36 años.

Abinader narró durante La Semanal que, en medio del caos, recibió una llamada desesperada de Nelsy Cruz, gobernadora de Montecristi, quien se encontraba en el lugar del hecho y le imploró que enviara ambulancias.

Lo que en ese momento parecía una operación más de emergencia se transformó en una de las noches más duras de su mandato y su vida personal.

La noticia más devastadora llegaría minutos después. Cuando llamó a Eduardo Estrella para pedirle asistencia urgente en la zona cero, ninguno imaginaba que su hijo estaba entre los desaparecidos.

Horas más tarde, la confirmación de su pérdida sellaría un duelo nacional con un dolor particular para ambas familias, unidas no solo por vínculos institucionales, sino también por lazos personales profundos.

En palabras del presidente, “la gran mayoría de las víctimas eran dominicanos”, y cada uno representaba una historia de sueños truncados, de familias desmembradas, de amistades que no tendrán otro abrazo.

Alexandra era la única hija de Melba, “la niña de sus ojos”, como solía llamarla, y el orgullo de una madre que ahora enfrenta la pérdida más grande.

Eduardo era el único hijo varón de don Eduardo Estrella, su nombre sonaba con fuerza en los pasillos del gobierno por su entrega y compromiso con la función pública.

Desde hoy, estas dos familias, como muchas otras, enfrentan el vacío más irremediable, y la República Dominicana entera se une a ese luto, que no distingue nombres ni cargos, cuando el dolor es tan humano como universal.


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