Noticias País, San Francisco, EE. UU. — De un ponche a un doble con impulso incluido. Así se ha escrito el inicio emocional de Rafael Devers con los Gigantes de San Francisco, donde tras un debut amargo, el dominicano logró conectar su primer hit vestido de negro y naranja: un doble que impulsó carrera y encendió las gradas del Oracle Park.
El pasado 15 de junio de 2025, se confirmó el movimiento que muchos temían y otros daban por hecho: Devers fue oficialmente transferido desde los Medias Rojas de Boston, una decisión que sacudió las bases emocionales de la afición roja y marcó un nuevo ciclo en la historia reciente del club.
Sin embargo, más allá del ruido, la operación fue el resultado de tensiones acumuladas y decisiones estratégicas internas que colocaron al antesalista dominicano en la ruta hacia la Liga Nacional.
“Lo que pasó en Boston quedó en el pasado”, dijo con serenidad y determinación en su presentación ante la prensa, dejando claro que llegaba sin equipaje emocional, con el corazón dispuesto y la mente enfocada en aportar.
“Estoy dispuesto a jugar donde el equipo me necesite. Ellos son los que mandan. Estoy aquí para dar lo mejor de mí, alegre como siempre”, agregó con una sonrisa firme, ganándose de inmediato el respeto y cariño de la afición californiana.
Ese primer turno en blanco, sellado con un ponche, fue solo una página más en el inicio de su etapa en San Francisco.
Pero la historia comenzó a escribirse de verdad cuando conectó su primer hit: un doble que no solo rompió la tensión, sino que trajo una carrera al plato, demostrando que su madero no tardaría en hablar con la contundencia que lo caracteriza.
El nombre de Devers empieza a resonar en el oeste con fuerza propia. Su llegada no se resume en un cambio de uniforme, sino en una nueva responsabilidad dentro de un equipo que apuesta por su experiencia, su poder ofensivo y su energía contagiosa.
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